22 may 2012


Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ

SER JOVEN

Anoche al ver los noticieros nacionales y las redes sociales, me decía mi padre, un viejo sabio de 72 años, que allá por la década de los 70s quien no hubiera sido comunista o marxista, no había tenido juventud.

Recordé entonces mi juventud en la segunda década de mis días, cuando estudié de 1985 en adelante ciencias de la comunicación en el Tecnológico de Monterrey, cuando esta institución estaba cerrada a la vida pública y prácticamente a los asuntos públicos o de gobierno.

Aún así, mi ser inquieto y mi juventud me llevaron a participar en actividades extra-académicas como presidente de la Sociedad de Alumnos de Comunicación y posteriormente presidente del Consejo Estudiantil de la FEITESM, además de ejercer como periodista desde hace 25 años, haciendo mis “pininos” en 1987.

En la literatura universal leíamos “La Metamorfosis” de Kafka, “Por los caminos de Swann” de Proust o “El extranjero” de Camus, por citar algunos, todavía muy lejos de la comunicación globalizada y las redes sociales que ya eran mencionadas como predicciones en “La Aldea Global” de McLuhan.

Por supuesto mi generación no fue tan activa como la de Tlatelolco, ni tan desconectada del mundo como la de los “jóvenes x”, fuimos más bien analíticos, bohemios e incipientemente participativos en nuestras diferentes esferas de interés, como en mi caso en que además de mi carrera de periodista, llegué a las oficinas públicas en 1991 en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, con Otho Granados como director de comunicación del área en la que tuve mi primer contacto con las políticas públicas.

Muchos jóvenes activistas pasaron antes de mi generación como también después de ella, pero lo que puedo decir es que este nicho de la sociedad, la de los estudiantes críticos, en las universidades, siempre ha sido una masa de influencia a veces más y a veces menos participativa, en una edad donde se forjan los líderes y los perfiles de la sociedad contemporánea.

Y justo por ello, jamás estaré de acuerdo en intereses colectivos o individuales, de modas, comerciales o políticos, que usen herramientas persuasivas para “despertar a la conciencia cívica de los jóvenes” que por su propia naturaleza serán rebeldes, escépticos y aguerridos.

Lo que hoy vive nuestro país, de cara a las elecciones del 1 de julio, la participación de los jóvenes, espontánea o provocada, habrá de quedar en la consciencia de quienes pretendan usarlos sólo para sus propios intereses.

Prefiero darles el beneficio de la duda a los jóvenes por su participación espontánea y sólo hago votos para que los próximos 40 días el país no se polarice, se violente o haga que se desborden las pasiones.

Finalmente, sólo estamos eligiendo a quien dirigirá las riendas de este país y a quien todos, ganadores o perdedores, debemos apoyar, por nosotros, por los jóvenes y por las generaciones por venir.

Twitter @omarcervantes