Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ
LA RECTA FINAL Y EL VOTO
UTIL
Cuando falta menos de un mes
para la elección presidencial de mayor expectativa en la época moderna de
México, y sólo 22 días para que terminen las campañas de proselitismo, dada la
tendencia de la mayoría de las encuestas que confirman en primer lugar a
Enrique Peña Nieto y en segundo a Andrés Manuel López Obrador, con una
distancia promedio de 12 puntos, mientras que la candidata Josefina Vázquez
Mota parece haberse desfondado, el tema del llamado voto “útil” o voto
razonado, entra en su fase de promoción plena.
La suma abierta de dos
expanistas de peso nacional a la campaña de Peña Nieto, Manuel Espino y Lía
Limón, así como las polémicas declaraciones del expresidente Vicente Fox, de
cerrar filas en torno al “puntero”, además de que consuman de facto la derrota
de Vázquez Mota, se asoman en paralelo como un incipiente pero masivo
movimiento a lo largo y ancho de todo el país, para tratar de evidenciar los
argumentos para no votar por López Obrador, sus contradicciones, sus intereses
reales escondidos detrás de una mercadotecnia social que le ha pretendido
cambiar la imagen de dictador con la que se le asociaba hace seis años, así
como los riesgos de despertar el encono, la ira y la división en caso de no
verse favorecido una vez más con la mayoría de los votos mexicanos.
Así que en la recta final
seguramente habrá una contienda sólo de dos, en la que acaso los votos de quien
parece ya derrotada, podrían inclinar para un lado o para otro la balanza, de
un partido como el PAN que en sólo 12 años vive una descomposición y que en
este momento aparentemente le resta únicamente interés por tratar de sacar los
mayores votos posibles para su representatividad en la Cámara de Diputados y
Senadores, así como mantener ciudades y zonas electorales en el país, que sean
los puntos de convergencia para su recomposición en el futuro inmediato.
En mi opinión, hacen mal
quienes piensan que medir el voto “útil” es sólo hacer una simulación de intención
de voto entre dos candidatos y desaparecer a las demás fuerzas, ya que
finalmente, los amarres políticos, el voto de quienes pase lo que pase nunca sufragarán por alguien
diferente al partido de su simpatía y, el deseo de que haya un ganador de los finalistas
que se acerque más a lo que no quiere el elector para México, hará que ese casi
20 por ciento de población que o todavía no expresa su probabilidad o puede
cambiarla en la recta final, seguramente habrá de favorecer aún más a quien
ahora está arriba en las encuestas.
En este sentido, el segundo
debate de los candidatos presidenciales este próximo domingo, además de marcar
el inicio de la cuenta regresiva para el cierre de campañas, puede ser un
ejercicio para que los electores midan sus preferencias de quienes, en
apariencia sólo dos, tienen posibilidades reales de ganar en las urnas.
Lo cierto es que los
mexicanos ya deseamos que las campañas finalicen, que se elija al próximo
presidente de México y en paz se haga la transición hacia un cambio de poderes
histórico en el país, a sólo 12 años que un segundo partido en la historia ha
ocupado Los Pinos y que está casi virtualmente a punto de cederlo a otros
colores políticos.
Twitter @omarcervantes