Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ
SER JOVEN
Anoche al ver los noticieros
nacionales y las redes sociales, me decía mi padre, un viejo sabio de 72 años,
que allá por la década de los 70s quien no hubiera sido comunista o marxista,
no había tenido juventud.
Recordé entonces mi juventud
en la segunda década de mis días, cuando estudié de 1985 en adelante ciencias
de la comunicación en el Tecnológico de Monterrey, cuando esta institución
estaba cerrada a la vida pública y prácticamente a los asuntos públicos o de
gobierno.
Aún así, mi ser inquieto y
mi juventud me llevaron a participar en actividades extra-académicas como
presidente de la Sociedad de Alumnos de Comunicación y posteriormente
presidente del Consejo Estudiantil de la FEITESM, además de ejercer como
periodista desde hace 25 años, haciendo mis “pininos” en 1987.
En la literatura universal
leíamos “La Metamorfosis” de Kafka, “Por los caminos de Swann” de Proust o “El
extranjero” de Camus, por citar algunos, todavía muy lejos de la comunicación
globalizada y las redes sociales que ya eran mencionadas como predicciones en
“La Aldea Global” de McLuhan.
Por supuesto mi generación
no fue tan activa como la de Tlatelolco, ni tan desconectada del mundo como la
de los “jóvenes x”, fuimos más bien analíticos, bohemios e incipientemente
participativos en nuestras diferentes esferas de interés, como en mi caso en
que además de mi carrera de periodista, llegué a las oficinas públicas en 1991
en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, con Otho Granados como director de
comunicación del área en la que tuve mi primer contacto con las políticas
públicas.
Muchos jóvenes activistas
pasaron antes de mi generación como también después de ella, pero lo que puedo
decir es que este nicho de la sociedad, la de los estudiantes críticos, en las
universidades, siempre ha sido una masa de influencia a veces más y a veces
menos participativa, en una edad donde se forjan los líderes y los perfiles de
la sociedad contemporánea.
Y justo por ello, jamás
estaré de acuerdo en intereses colectivos o individuales, de modas, comerciales
o políticos, que usen herramientas persuasivas para “despertar a la conciencia
cívica de los jóvenes” que por su propia naturaleza serán rebeldes, escépticos
y aguerridos.
Lo que hoy vive nuestro
país, de cara a las elecciones del 1 de julio, la participación de los jóvenes,
espontánea o provocada, habrá de quedar en la consciencia de quienes pretendan
usarlos sólo para sus propios intereses.
Prefiero darles el beneficio
de la duda a los jóvenes por su participación espontánea y sólo hago votos para
que los próximos 40 días el país no se polarice, se violente o haga que se
desborden las pasiones.
Finalmente, sólo estamos
eligiendo a quien dirigirá las riendas de este país y a quien todos, ganadores
o perdedores, debemos apoyar, por nosotros, por los jóvenes y por las
generaciones por venir.
Twitter @omarcervantes