Por OMAR CERVANTES
¿QUERER ES PODER?
Hace una semana comentábamos
el evidente fracaso de México como país en los Juegos Olímpicos de Londres 2012
y ahora lo reiteramos desafortunadamente, con la salvedad de que el futbol nos
pueda dar mañana la sorpresa de ganar el primer oro en la historia de este
deporte, teniendo que librar la magia del “joga bonito” brasileño o bien a la
expectativa de que María Espinosa nos de otra satisfacción en taekwondo.
Los
fracasos en box, clavados y hasta ahora incluso para el taekwondo, así como
nuestra participación en otros deportes nos hacen reflexionar en aquella frase
motivadora que dice: querer es poder.
Si
querer es poder, ¿qué está pasando con el deporte de México? ¿nuestros atletas
no quieren de verdad y por eso no pueden? ¿los deportistas de otros lugares del
mundo quieren más que nosotros y por eso nos ganan?
Para
quienes la semana pasada nos tachaban de negativos por nuestro artículo, les
diríamos que somos realistas y que con el mismo fervor nacional celebramos los
éxitos del balompié azteca al mando de Luis Fernando “Flaco” Tena, ya que
además de practicar el físicoconstructivismo, somos futboleros de corazón.
Como
promotores deportivos y quienes gozamos de tener un espacio de expresión, flaco
favor le haríamos al deporte nacional si sólo adulamos los triunfos, si
argumentamos que nuestros representantes hicieron un papel digno si
consideramos que muchos no tienen apoyos suficientes, si pretextamos que en el
total del medallero tenemos más que en otras ediciones o si enarbolamos los
colores patrios sin darnos cuenta de la realidad que atraviesa la educación
física, el deporte amateur y el profesional en el país.
Baste
quizás el analizar el papel que tiene la educación física en nuestro sistema
educativo, en el que pese a los esfuerzos por activar a la niñez y juventud y
prevenir la obesidad y diabetes infantil, las clases de deportes siguen siendo
como un requisito en el cardex tanto de planteles públicos como privados.
Hay
instituciones que tienen canchas e instalaciones deportivas envidiables, dignas
de primer mundo, pero cuando nos asomamos, nos damos cuenta que están
subutilizadas porque la mayoría de instituciones educativas dicen formar
“líderes” y no deportistas profesionales, en otras palabras, para las escuelas
de México el deporte no es una prioridad.
Y
entonces nos vamos al barrio o al llano y es ahí donde encontramos garbanzos de
a libra, hambrientos y sedientos de triunfo, muchos de ellos que sobreviven y
su máximo anhelo es figurar en el deporte para sobresalir en el medio en el que
se desenvuelven.
Si
entonces concluimos que salvo para las marcas patrocinadoras, el deporte en
México no es una prioridad, entonces ahí está la respuesta: no queremos y por
ende, no podemos y seguiremos siendo competitivamente subdesarrollados.