Y recién que el PRI anunció la ruptura de esa alianza, muchos de los que antes criticaron, algunos incluso de forma muy cruda, al partido fundado por la profesora, como por arte de magia cambian de parecer y ahora resulta que promueven un posible maridaje electoral con las huestes de Gordillo.
Como si el voto de los maestros fuera impuesto u obedeciera línea o como si nuestros mentores en el país adolecieran de libre albedrío, decisión, capacidad de análisis y sentido común, quienes ven en el PANAL el voto corporativo como ventaja para las elecciones presidenciales, seguro ignoran las condiciones en que la educación de México vive y enmarcan a los docentes como una clase posible de ser “acarreada”.
Para nadie es un secreto que la alianza sexenal más fuerte ha sido precisamente Los Pinos-PANAL o mejor escrito, Felipe Calderón-Elba Esther Gordillo, además de que en varias elecciones estatales, el partido de la Nueva Alianza ha jugado en equipo precisamente con el PAN, en ocasiones coaligados incluso con las izquierdas del PRD y Convergencia Democrática como el caso de Puebla, de cuya alianza llegó al poder Rafael Moreno Valle Rosas.
Por ello no extraña que recién rota formalmente la alianza federal PRI-PANAL, mientras los estrategas de Enrique Peña Nieto aseguran que esa decisión no afectará la ventaja del precandidato tricolor que a seis meses en las encuestas tiene una cómoda delantera, los panistas como el aspirante Ernesto Cordero, sugieran a su partido aliarse con las filas de Gordillo.
Dicha recomendación seguramente viene de Los Pinos o del promotor de Cordero, el Presidente Calderón, ya que sobre ese mismo tema la otra aspirante panista, Josefina Vázquez Mota la vio con reservas, mientras Santiago Creel abiertamente se declaró en contra.
Lo que deberían analizar no es si la fórmula en la boleta electoral lleva los colores de Nueva Alianza, sino más bien quien es capaz de tejer fino con la profesora y hacer amarres formales o informales, ya que si le damos el justo valor a los maestros de México y descartamos el voto corporativo, lo que está en juego en realidad es la operación política de uno de los sindicatos más fuertes del país.
Eso lo sabe Gordillo seguramente y por ello la dirigencia de su partido ha dicho que irán solos al 1 de julio próximo, como seguramente también lo evaluaron los operadores de Peña Nieto, que con la decisión han restado alguna carga negativa que la alianza formal traía, lo que no significa precisamente ruptura en el diálogo o las buenas intenciones entre ambos.
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