10 jul 2012

Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ
¿Y TODO PARA QUE?
Tal parece que diferentes actores ligados al PRD están dejando solo en su lucha a su excandidato, Andrés Manuel López Obrador, quien en opinión de muchos está realizando un proceso postelectoral previsible porque jamás habría aceptado su derrota y desde el inicio de su campaña fue delineando con claridad las fases que seguiría y que en este momento ha llegado a la inverosímil acusación de que el candidato ganador pudo haber comprado hasta 5 millones de votos.
Lo que ya se preguntan más de uno de los que incluso creyeron en él es ¿y todo para qué? ¿A quién beneficia la postura postelectoral beligerante? ¿Qué persigue en realidad? ¿Hasta dónde llegará en esta ocasión comparada con la del 2006? Definitivamente no beneficia ni al partido del sol azteca desde el punto de vista institucional, ni a los líderes naturales que pudieran ser las cartas fuertes de ese instituto en el futuro, ni mucho menos al país, ni abona nada a la democracia mexicana.
López Obrador está perdiendo la oportunidad histórica de convertirse en un auténtico líder de las izquierdas, como en su momento lo fue atinadamente Cuauhtémoc Cárdenas, cuya estatura moral parece estar muy por encima de la del tabasqueño, que quizás aún tenga tiempo de reconsiderar y, desde la oposición, re-construir un movimiento de equilibrios que beneficie en verdad al país, como aparentemente desde la derecha ya comenzó a diseñarlo Josefina Vázquez Mota, quien también perdió y reconoció las tendencias desfavorables en la pasada contienda.
Hablar de compra de votos en México podría parecer escandaloso o no, dependiendo de la forma en que se haga el planteamiento, de quien lo haga y de qué intención persiga, ya que desafortunadamente ese es un tema como muchos en la legislación electoral, que seguramente tienen áreas de oportunidad para el futuro inmediato.
Lamentablemente en privado lo aceptan amarillos, azules y tricolores, aunque públicamente ninguno lo reconoce, la coacción al voto en México va desde el empadronamiento de beneficios de los programas sociales de los gobiernos que lo hacen con evidente intención de clientelismo partidista, la nómina de los partidos para sus promotores de voto o líderes seccionales, hasta los temas como se pretenden acreditar de mecanismos “sofisticados” como el “soriana-gate”.
Y si no, cuestión de revisar los procesos internos de selección de candidatos o de dirigentes de los diferentes partidos, donde el “mapachismo” y la “compra” de votos aplican en todos lados por igual.
Así que ¿a dónde quiere llegar López Obrador tratando de acreditar temas de los que nadie se libra, para hacerse víctima de un mismo sistema que en esta ocasión no le favorece? Habría que preguntarle a los Chuchos, a Marcelo Ebrard, a Manuel Camacho Solís, o a cualquiera que quiera ver la recomposición de la izquierda para el 2015 o el 2018.
Twitter @omarcervantes67