Por OMAR CERVANTES RODRIGUEZ
PERDIERON LA CORDURA
Aunque parecería atractivo
escribir y cuestionar el disparate de comparar a Andrés Manuel López Obrador
con héroes nacionales y revolucionarios como Hidalgo, Morelos, Juárez y Madero,
he preferido no hacerle gastar tinta a esta seria casa editora en ese tema y
mejor simplemente opino que ya perdieron la cordura quienes se atreven a tan
impresionantes aberraciones y aprovecho mi espacio semanal para reflexionar
sobre temas a mi parecer de mayor interés comunitario.
El hallazgo de un
narco-laboratorio en Puebla y la intención de los legisladores locales para
hacer comparecer a los secretarios de seguridad del estado y la capital,
inmerso en un contexto crítico de información donde al por mayor hay noticias
referentes a la delincuencia organizada y el narcotráfico en el país, es sin
duda un motivo de alarma y reflexión para los poblanos.
Si bien es válido querer
saber cuáles son los planes preventivos y de lucha frontal contra la
delincuencia en los tres niveles de gobierno, como información accesible que
nos permita darnos cuenta del estado de las cosas en Puebla, valdría la pena
hacer una reflexión de que no hay política de seguridad que prospere sin el
debido trabajo reconstructivo del tejido social.
En este sentido, además de
cuestionar a los niveles de gobierno, debemos preguntarnos qué estamos haciendo
como sociedad cada uno en su respectiva área de influencia, para hacerle frente
al mal del siglo que es el consumo de drogas y la descomposición social que
inicia en las familias.
Antes de cuestionar la
existencia de narco-laboratorios clandestinos, que si existen es porque su
producto se comercializa y se consume, preguntémonos cómo está nuestra escala
de valores a nivel familiar, cultural, social y comunitaria.
¿Por qué existen las
adicciones y crece cada vez más el consumo de drogas en nuestras ciudades? ¿Por
qué según la iglesia católica cada cinco de 10 familias viven en la
desintegración? ¿Por qué es cada vez más alto el índice de violencia de
cualquier tipo contra mujeres y niños? ¿Cuáles son nuestros modelos
aspiracionales en una cultura que promueve el consumismo, el materialismo y la
frivolidad?
Quizás si le damos una
respuesta seria y hacemos una reflexión colectiva de cada una de estas
preguntas, podemos avanzar más en la construcción de una sociedad sana y bien
cimentada, que haciendo comparecer a los responsables de la seguridad pública.
Finalmente, como miembros de
una sociedad en evolución, seguro tendrá más sentido dedicar nuestra mente a
analizar un problema tan serio como el de la recuperación del tejido social, que
hablar sobre los disparates de un grupo de fanáticos y un tipo mesiánico que
ahora pretende ser prócer de la patria.